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City

La ciudad inhala almas y exhala ciudadanos se define y se sostiene haciendo fotosíntesis gracias al producto de su normativa. Prueba fiel de que es la presa la que hace a la bestia, acá y en cualquier parte. Que alguien me avise entonces si existimos o somos sólo el juguete de un vasallo de Dios y no queda siquiera otra opción, o un segundo capítulo que emparde toda esta peste. Unos tocan rock and roll, otros cantan hip hop en los vagones, otros le prenden velas a un youtuber otros estudian embriones de trabajos buenos. Todos hacen lo que pueden con tal de no ver los rieles sobre los que avanzan o se quedan quietos por años. Nadie retrocede, retroceder es desandar, y de lo desandado se puede escapar. (Nadie escapa.) El poder se percibe en los que dicen que lo tienen y en los niegan tenerlo. Empresarios dueños de empleados bien formados que hacen carteles y spots para sembrar intereses únicamente del mejor postor. Un ‘spot’ es también una luz c

Entre

Soy muy cool. Escucho Chopin en el subte B a las 10.15 mientras todo está apilado. Mientras los culos de los que van parados avanzan y se menean a una cantidad de centímetros de las caras de los sentados inadmisible en cualquier otro contexto, salvo un bar de strippers, una orgía o una clase de danza contemporánea. Soy el único pasajero que lleva una guitarra y uno de los pocos que no está yendo a trabajar. Siempre aprovecho el subte para sumergirme en las redes sociales del de al lado. Miro con la misma atención que ellos, como si fuese algo que hacemos de a dos, pero nunca me descubren. Incluso, cuando quien tiene el teléfono comienza a babear emitiendo el zumbido que emiten los transistores de los televisores a tubo, algún like pongo. Me resulta imposible no pensarnos corriendo en una cinta para generarle energía a un científico sádico que nos creó y nos alimenta para que no dejemos de producir. Estamos dentro de un gran dínamo y el doctor sabe que si nos engorda correremos poc

Maldiciones

Los filamentos lacerantes del día trazando una reja diagonal en la pared a través de la persiana baja. Los ojos que se aprietan para no oír más la siempre voz de mujer que repite -pese a quien le pese-  cien veces lo mismo como un mantra de castigo. Pedazos de conversación indescifrados, frases sueltas que cruzan las sienes como tiros de gracia, y la lejanía de una música amorfa, que termina de rajar el sueño como a una tela gastada. Otra vez los hijos de puta del primero organizando un almuerzo. Domingo once de la mañana, a quién se le ocurre.

Pregunto

¿Para qué me avisás que te vas, en el preciso momento en que te estás yendo? Okey, recibo, pero no puedo cambiar nada. ¿Qué hago con tu nuevo significado? Oigo el aviso, respiro con pausas y pongo lo que no había puesto hasta ahora. Desarrollo alguna acción torpe e inútil, puteo y repaso mis errores. Todos los aciertos que quedaron atrapados en mi imaginación. Potencia del dolor: el tiempo de quietud es el exponente y tu partida la base. Lamentos como mantras.  Era por abajo viejo, era por abajo. Pero no puedo más que verte ir. Yo viendo, vos andando.  Implacable, real, simple. Ahora a buscar una puerta abierta. ¡La de la izquierda! Dice el empleado de metrovías. Ahí voy. Soy un byte pateando 9 de Julio a las once de la noche en busca de un bondi en dirección a Almagro. Ojalá a algún pasajero se le caiga guita al lado mío y sólo lo vea yo.

Sexto

Llorarte es justo si mañana es mejor. Antes te lloraba todos los días, te escribía a cada rato. Es que acá nada es gratis y el amor no es la excepción. A veces se paga así, con lágrimas. ¿Quién les roba lo bailado a los que saben andar? No, la muerte no. Ella hace su trabajo y aunque se luzca detiene, pero no borra. Es mentira eso del liquid paper del tiempo. Las vidas cambian, frenan. Pero no se borran. Llorarte, hoy, es justo. Antes te llorábamos todos los días. Y es preferible estar triste que estar vacío.

Teorema

Que el amor nos haga libres la muerte poetas y el absurdo revolucionarios. Que la muerte nos haga revolucionarios el absurdo libres y el amor poetas Que la muerte nos haga libres el absurdo poetas y el amor revolucionarios. Que paguemos con gusto el precio de los sueños.

No supiste hacer más

Algo te espantó: no saber en qué parte del infierno descansan los parias. Juntaste frases sueltas como quien junta agua de lluvia, y con todas las llaves que llevabas encima fabricaste tu nueva jaula. Las soldaste una a una con tu propio desaliento. Que iluso creíste que así, por lo menos, no ibas a sentir el peso de los días. Desdeñaste tus tres peores recuerdos sólo con abrirlos y contarlos como algo menos perturbador. Por miedo, te venciste con tono reflexivo y masturbaste tus oídos hasta que se te dieron vuelta los ojos. No supiste esperar ni un segundo para pedir al testaferro de tu verdugo que devolviera lo que, decías, había sido siempre tuyo. Verdugo y sustituto rieron sin disimulo: nunca nada te perteneció diminuto ser, los esclavos no tienen derecho posesiones y ser tu propio amo sin amarte te vuelve automáticamente tu esclavo. Esa es la suerte de los que disparan en dos ejércitos, salen a ensanchar fronteras pero vuelven con los bolsillos lle