Con su permiso

No sé si edificios
no sé si casas
no sé si puertas
ni sé si cemento siquiera.

No sé si dinero
no sé si mercado
no sé si consumo
ni sé si fábricas de primera.

Creo que no spots,
que no anuncios ineludibles,
pues todo lo iremos a buscar con la razón
o el sentimiento sincero.

No sé si patria
no sé si mártires
no sé si frontera
ni presidentes de bandera.

No sé si el trovador cubano
no sé si Mafalda
no sé si papel
o biromes y servilletas.

Pero creo que sí palabras,
puestas en cualquier soporte,
como espejos del alma.

No sé si envasados
no sé si magros o veganos
no sé si agua o Coca-Cola
pero creo que para todos.

No sé si policía
no sé si escuela
no sé si familia
no sé si instituciones modernas.

Ni sé bien si trabajo,
seguridad o monogamia,
o monoteísmo o lucha armada.

No creo que hombres de fierro tirando balas que lastiman
contra cuerpos de personas con vida.
No creo que gente entreverada en papel de número y color
por no saber que mierda hacer con su tiempo libre.
No creo que ojos mirando como si fuesen de acrílico
las caras de personas que les hablan o piden ayuda.
No creo que gente mirando como quien mira el cielo
cajas de Pandora encendidas eternamente en el living de su familia.

Pero aún bastante lejos de conocer la verdad,
bien sé que sí arte,
bien sé que sí ideales
porque bien sé que sí amor
en el mundo que se viene,
que soñamos pocos
(o pocos admitimos que soñamos
hacia afuera o párpados adentro)
y que otros ignoran porque es más simple
o menos trágico que denunciar y berrear,
ese mundo que siempre se hace alud
en el puño del anhelo fraterno.

¡No te rindas hermano!
Soñar no cuesta nada
aunque salga tan caro.
¡No me aflojes hermano!
Juro permanecer contigo,
poniendo tu grito en el mío,
rasgando túnicas de tiranos,
tirando mi parda al desengaño
con estos humildes latidos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Superestructuras (humanas)

Un tipo, un bar

Memorias de un hombre impuntual